No existe un solo tipo de evaluación. Así como existen múltiples definiciones y razones para evaluar, también hay diversas clases de evaluación. ¡No te preocupes! No es necesario atiborrarte de toda esa información. Hay tipologías ampliamente usadas en manuales y guías de organismos multilaterales, instituciones gubernamentales, agencias de cooperación y fundaciones que operan programas de asistencia social. A continuación, te explicaré los tres criterios generales identificados y qué es la metaevaluación.
En función de este criterio, podemos identificar dos tipos de evaluación: 1) interna y 2) externa.
La evaluación interna se realiza en el interior de la dependencia responsable del programa. Es ejecutada por los servidores públicos que operan las intervenciones públicas. Tiene como ventaja que el evaluador conoce perfectamente el programa y está familiarizado con su naturaleza y su lógica operativa. Sin embargo, esta es también su principal debilidad, ya que, al no haber distinción entre operador y evaluador, los resultados pueden ser imparciales.
La evaluación externa se ejecuta por personas ajenas a la dependencia y a la entidad titular del programa. Para ello, se contratan profesionistas con experticia, conocimientos técnicos y manejo de metodologías robustas para la gestión de evaluaciones. Estos evaluadores pueden ser:
Este tipo de evaluación arroja análisis más objetivos sobre la realidad de los programas, aunque también implica un mayor costo.
De acuerdo con esta óptica, se distinguen cuatro tipos de evaluación: de diseño, de procesos, de resultados y de efectos o de impacto.
La evaluación de diseño analiza la congruencia de los objetivos del programa con el problema público que se pretende atender, así como la coherencia lógica de la intervención. Permite determinar cuál es el mejor diseño posible entre varias alternativas para un programa nuevo.
La evaluación de procesos ayuda a conocer cómo se ejecuta un programa en relación con su diseño. Suele centrarse en el análisis de las funciones administrativas, organizativas y del personal del programa, para saber si es gestionado adecuadamente.
La evaluación de resultados identifica y valora los efectos más inmediatos de una intervención sobre su población objetivo. Suele destacar el costo del programa en relación con los objetivos obtenidos.
La evaluación de efectos o de impacto determina si una intervención mitiga el problema público, objeto de su análisis. No solo mide los cambios en la magnitud del problema, también busca atribuir al programa la causalidad de los cambios detectados. Se suele aplicar a programas consolidados y estables e incurre en metodologías complejas.
Esta clasificación está ligada al ciclo de las políticas públicas. Distingue tres tipos de evaluación: ex ante, ex dure o concomitante y ex post.
La evaluación ex ante se realiza durante la etapa de diseño de un programa. Analiza si la intervención es necesaria y posible, por lo que valora de manera prospectiva distintas alternativas para determinar cuál es la más efectiva, con base en evaluaciones efectuadas a programas similares y estudios de análisis de políticas públicas.
La evaluación ex dure examina si el proceso de implementación del programa se desarrolla como estaba previsto, con la finalidad de introducir mejoras en su operación.
La evaluación ex post se aplica a programas finalizados o consolidados que aún están en operación. Consiste en un análisis retrospectivo del proceso de implementación, la eficiencia económica o los efectos e impactos de las intervenciones. Promueve la introducción de mejoras en el diseño y la operación del programa o inspira el diseño de nuevas intervenciones.
¿Sabías que las evaluaciones también pueden estar sujetas a una evaluación? A este proceso se le conoce como metaevaluación. Este consiste en delinear, obtener y aplicar información descriptiva y crítica sobre la utilidad, viabilidad, propiedad y precisión de una evaluación. Las metaevaluaciones son mecanismos de control para valorar si el trabajo se hizo adecuadamente.
Como habrás notado, las diferentes tipologías comparten características entre sí. Estas clasificaciones no son excluyentes, sin embargo, sus distinciones nos ayudan a identificar los diversos enfoques desde los cuales podemos abordar la evaluación de programas.
Al momento de elegir el tipo de evaluación más adecuada, es necesario considerar elementos adicionales. Me refiero a las necesidades puntuales de los decisores, las expectativas de los responsables de los programas, el grado de consolidación de la intervención, los objetivos y las preguntas de evaluación, las limitaciones de tiempo y presupuesto, entre otros aspectos.
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