Es una atracción mecánica comprada por el Gobierno del estado de Aguascalientes al parque Six Flags de Vallejo, California, que funcionó en la Feria Nacional de San Marcos (FNSM). Hoy en día, la atracción está separada de los bienes del Gobierno de Aguascalientes por ser considerada poco útil y chatarra.
La inversión que la administración del gobierno estatal 2004-2010 realizó fue, aproximadamente, de $14 millones de pesos.
Se trata de un elefante blanco porque:
En una bodega de Aguascalientes duerme un elefante blanco de 720 toneladas: “Tsunami”, una montaña rusa de 1120 metros de rieles que hoy yace como chatarra.
A pesar de sus más de veinte años en funcionamiento, a algún servidor público de la entidad hidrocálida le pareció una buena idea gastar $9 millones de pesos para darle un segundo aire en 2007. El objetivo era que la montaña rusa fuera la principal atracción de la Isla San Marcos.
Se tenía contemplado que Tsunami iniciara operaciones el día de la inauguración de la edición 2008 de la feria. Por problemas de seguridad, su lanzamiento fue aplazado diez días. Una vez que comenzó a trabajar, presentó problemas de operación. El patronato no tuvo más remedio que suspender la atracción y esperar al año siguiente para su relanzamiento.
Desafortunadamente, la epidemia de influenza A (H1N1) impidió la celebración de la Feria de San Marcos en 2009. “Tsunami” empezó a operar formalmente hasta 2010. Entre 2011 y 2014, la montaña rusa solamente dio servicio durante la feria y en el Festival de Calaveras. El resto del año permanecía inerte; una montaña de metal en espera de sus últimos días.
Su final llegó en 2015, cuando ni siquiera abrió al público. Después de años de pérdidas financieras, la Administración estatal acordó mandarla a desmantelar, lo cual costó tres millones de pesos adicionales al erario. Desde el 3 de mayo de 2016, un coloso de fierro viejo descansa en algún almacén recóndito de la Expoplaza.
Los factores más relevantes que detonaron este elefante blanco son dos: falta de factibilidad financiera y un proyecto con fallas técnicas.
El primer factor detonante fue que no se calcularon de forma precisa los costos de inversión ni de operación. “Tsunami” había tenido un largo recorrido de veintidós años operando en el extranjero e incontables problemas mecánicos, por lo cual resultaba una montaña rusa vieja y costosa de mantener.
El segundo factor detonante fue que el proyecto tenía fallas técnicas. Los funcionarios estatales creían que comprar una montaña rusa, relativamente barata, a un parque de diversiones reconocido podría ser una buena oportunidad para iniciar un atractivo turístico rentable. Lo anterior, sin ningún sustento técnico que confirmara la suposición.
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